La noche me tomó como rehén, me envolvió en un profundo abrazo y me quedé sin voz... las palabras se descolgaron de mi mente y sólo pude sentir.
Todas las sensaciones se arremolinaron dentro de mi, hasta los pájaros que hace tiempo habitaban mi corazón, encontraron al fin, el intersticio luminoso por donde salir y formar parte indisoluble con el firmamento.
Fui testigo de cómo todos los colores se mezclaban para conformar ese intenso negro azulado. Tuve la sensacion de que cada estrella era mía, y vivencié la magica forma en que los sonidos nocturnos acompasaban mis ritmos internos.
Todo a mi alrededor se habia transformado... aparecía resplandeciente y liviano, muy liviano. Mi ser vibró celebrando ese sagrado encuentro desde el alma.
M. D. 1997
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